Hace
pocas semanas se publicó un trabajo muy interesante sobre el papel
beneficioso de los ácidos grasos Omega 3 en la revista
científica American
Journal of Clinical Nutrition.
Dicho trabajo ha analizado la exposición al mercurio procedente
del consumo de pescado en 1.535 mujeres embarazadas de Seychelles,
seleccionadas a lo largo de 30 años, y en sus hijos hasta los 20
meses de edad. A las gestantes, que comieron durante su embarazo una
media de 8,5 pescados a la semana, se les midió su nivel de
metilmercurio (la forma más común de mercurio orgánico
presente en la naturaleza) antes, durante y después de tener a sus
bebés, a quienes también se les realizaron pruebas para evaluar su
desarrollo neurocognitivo y capacidad motora.
Lo
que se observó tras analizar los datos fue que no había
ninguna relación entre la exposición a metilmercurio y el
desarrollo neurocognitivo de los niños, sorprendente sabido el
efecto neurológico letal y tóxico del mercurio. De hecho, los
niños de madres con mayores niveles de ácidos grasos
omega 3, presentes en el pescado, puntuaron mejor en
ciertas pruebas neurológicas. En cambio, aquellos hijos cuyas
madres presentaban una concentración en sangre más elevada
de ácidos grasos omega 6, presentes en carnes y aceites
vegetales como el de soja o el de palma, puntuaron más bajo en
test que miden las habilidades motoras. Es evidente un papel
protector de los ácidos grasos omega 3 presentes en el pescado,
y queda reflejado en este estudio donde los beneficios del
consumo de pescado (que contiene este ácido graso) pueden ser
mayores, o incluso enmascarar, cualquier potencial efecto adverso del
mercurio que contiene dicho animal.
También
se concluye que estos resultados señalan claramente que un óptimo
equilibrio entre el consumo de ácidos grasos omega 6 y ácidos
grasos omega 3, debido a las diferentes propiedades inflamatorias y
antiinflamatorias de los ácidos grasos, puede ser el que promueva un
adecuado desarrollo fetal. Os tengo que recordar que la relación de
consumo actual entre omega 6 y omega 3 es de 15/1 cuando debería ser
de 5/1, por tanto se debe aumentar el consumo de omega 3 para
compensar este déficit y, por tanto, alcanzar el predominio de la
acción antiinflamatoria de los omega 3 frente a la actividad
inflamatoria que promueve los omega 6 en nuestro organismo.
Ácidos
grasos omega-6, por ejemplo es el linoleico, en el cuerpo
humano da lugar a ácido araquidónico AA que promueve la inflamación.
Son fuente de omega-6 los aceites de semillas, de soja, de maiz, de
girasol...
Ácidos
grasos omega-3, por ejemplo es el ácido alfa-linolénico, esenciales
son el EPA (ácido eicosapentanoico) y el DHA (ácido
docosahexanoico) que realmente deben ingresar con la dieta. Son fuente de omega-3 las algas, el aceite de lino, el
pescado azul, los frutos secos, el aceite de Krill, el aceite de
foca...
El
DHA tiene función estructural, da fluidez a las membranas celulares,
fundamental en el funcionamiento cerebral y visual. Es
antiinflamatorio, es antiangiogénico (interviene en la formación de
los vasos sanguíneos), y puede convertirse en EPA.
El
EPA frena la sintesis de AA y, por tanto, frena la inflamación, es
antivasocontrictor, antitrombótico. Ayuda a resolver la inflamación
evitando que se haga crónica.
Los ácidos grasos Omega 3 mejoran el pronóstico de las enfermedades neuropsiquiátricas, depresión, trastorno de déficit de atención, trastorno bipolar y esquizofrenia entre otras. La Sociedad Americana de Psiquiatría ya tiene establecida la recomendación de ingerir 1 a 2 gramos de Omega 3 al día.
Los ácidos grasos Omega 3 mejoran el pronóstico de las enfermedades neuropsiquiátricas, depresión, trastorno de déficit de atención, trastorno bipolar y esquizofrenia entre otras. La Sociedad Americana de Psiquiatría ya tiene establecida la recomendación de ingerir 1 a 2 gramos de Omega 3 al día.
Estas son algunas de las muchas ventajas para nuestra salud el consumir adecuadamente ácidos grasos Omega 3.
Ignacio Román
Doctor en Ciencias Biológicas
No hay comentarios:
Publicar un comentario