Desde
muy pequeño me ha fascinado la Naturaleza y la Vida, por eso me
licencié y doctoré en Biología, y desde la visión
multidisciplinar y el conocimiento que me da mi trabajo como
profesor universitario, investigador y mi labor educativa y de divulgación
científica en la Agencia Espacial Europea ESA, en este artículo os
quiero describir brevemente una historia cuyo origen está en las
montañas del Himalaya, cerca del Tibet. Antes de empezar a contaros
esta historia os diré también que en
los últimos años la investigación en nutrición ha pasado de la
epidemiología clásica y la fisiología a la biología molecular y
la genética, y aquí la epigenética, que estudia cómo influye el
medio ambiente y el estilo de vida en la expresión de nuestros
genes, nos está desvelando datos apasionantes sobre muchas
enfermedades, entre ellas el cáncer, y sobre el envejecimiento.
Cordyceps
sinensis es una rara combinación de una oruga y un hongo y se
encuentra en altitudes superiores a 3.800 metros en el Himalaya.
Desde hace 4.000 años se está usando por sus múltiples efectos
preventivos y curativos de enfermedades (se le relaciona con el
tratamiento para 21 enfermedades distintas), así ha
sido descrito en los viejos libros de medicina china y medicina
tibetana. Inicialmente
los pastores locales del Tibet observaron que animales como el yac,
la cabra, la oveja, etc que consumían C.
Sinensis durante
su pastoreo en los prados se hacían muy resistentes. Esta
observación allanó el camino para el descubrimiento de su valor
medicinal. A partir de entonces, la población local y los pastores
utilizan el polvo del hongo para aumentar la producción de leche,
mejorar la capacidad reproductiva y la vitalidad de su ganado, pero
también ellos mismos lo consumieron y se convencieron de sus efectos
medicinales en el aumento de vigor y vitalidad.
La
Medicina moderna, basada en la evidencia, ha puesto el punto de mira
en este fenómeno y son ya numerosos estudios y ensayos clínicos los
que se han puesto en marcha para determinar y establecer el porqué
de sus efectos beneficiosos en el ser humano. C.
Sinensis tiene
muy amplias acciones biológicas y farmacológicas en la función
hepática, renal y cardiovascular. Tiene efectos
preventivos y curativos en los trastornos inmunes, también en el
cáncer. Induce la movilización de grasa y la beta-oxidación en
nuestro metabolismo, manteniendo así el nivel de glucosa en sangre
durante el ejercicio prolongado en los atletas, lo que da una mayor
resistencia a la fatiga. También se ha encontrado un papel
beneficioso en el asma, la tuberculosis,
la diabetes, artritis y la disfunción eréctil.
Ignacio
Román
Doctor
en Ciencias Biológicas
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